Si estás en Lima y te encuentras en pleno recorrido por el centro de la capital, seguramente surge en tu mente la posibilidad de visitar el Cerro San Cristóbal, desde donde podrás apreciar literalmente todo Lima. Asimismo, es un lugar que guardaba historias de fe, religión, peregrinación y sacrifico.

Ubicación del cerro San Cristóbal

El Cerro San Cristóbal está ubicado exactamente a 400 metros sobre el nivel del mar, y como hemos mencionado, pero vale recalcarlo, brinda a sus visitantes la posibilidad de contemplar todo Lima con una sola mirada. De igual forma, es muy sencillo llegar a la superficie y cima del Cerro San Cristóbal, se encuentra a solo unos minutos del Centro de Lima, y en caso ya te encuentres, por ejemplo, por la Plaza de Armas, podrás observarlo simplemente con levantar la mirada, la cruz luminosa que alcanza los 20 metros lo delata en todas las horas del día.

cerro San Cristóbal

Vista de toda Lima

Vista de toda Lima

Historia

Pero como todo lugar interesantes y punto de encuentro de visitantes de toda nacionalidad, cuenta con una historia y el Cerro San Cristóbal no es la excepción. Aunque es probable que durante las últimas décadas haya adquirido mayor protagonismo en lo que respecta al turismo que promueve la zona, el Cerro San Cristóbal tiene un pasado histórico que se remonta a la época de la colonia.

Según señalan muchos historiadores y se contrasta en las crónicas rescatadas de la época colonial, durante el año 1536, Francisco Pizarro y su ejército compuesto por 500 soldados se enfrentaron a veinticinco mil guerreros nativos quienes pretendían apodarse del centro de la ciudad. Sin embargo, mientras el ejército del conquistador español aguardaba al otro extremo del río Rímac, las huestes invasoras intentaban cruzarlo incansablemente, sin embargo, cada vez que lo intentaban eran arrasados por las corrientes embravecidas.

Se dice que poco a poco, grupo por grupo, las huestes nativas se rindieron y abandonaron el propósito, a lo que los españoles atribuyeron como un milagro, un “milagro de San Cristóbal”, a raíz de este suceso se dirigieron hacia la cúspide del cerro, donde construyeron una capilla y erigieron una enorme cruz de madera, como muestra de gratitud y religiosidad.

Algún tiempo pasó y la cruz fue derribada por un grupo de indígenas nuevamente, quienes se reforzaron y volvían con las mismas pretensiones, apoderarse del control de la ciudad. Al cabo de un tiempo de diligencias y dilatación militar, se produjo una gran batalla entre ambos bandos, saliendo victoriosos los españoles encabezados por Francisco Pizarro y su ejército. Del mismo modo, que ordenó anteriormente, Pizarro mandó a construir nuevamente la cruz en el mismo lugar, parecía tener una especie de devoción en San Cristóbal, pero tras la relevancia de la batalla y la victoria que permitió que los españoles se posicionarán aún más en nuestro país, el cerro paso a llamarse “San Cristóbal” y así perduró durante las épocas venideras.

Cuando los tiempos de paz llegaron y nadie enfrentaba el orden español. Las crónicas e historiadores que dejaron vestigios para las siguientes generaciones, aquellas reseñan que Pizarro tuvo un sueño revelador de la cruz de San Cristóbal, el cual resumió como «Desde la celda he visto totalmente iluminada la cruz del cerro.» Aquella visión se la comentó a su amigo cercano de la época, el presidente Augusto B. Leguía, quién tras escuchar el sueño y creer firmemente en las palabras de su fiel capitán Pizarro, ordenó colocar en la cruz 20 potentes focos para añadirle luminosidad, tal como dictaba el sueño del conquistador español

Fe y peregrinación

Desde ese día la cruz del cerro San Cristóbal luce completamente iluminada, tanto de día como de noche, obviamente siendo más notable durante la noche. Otras crónicas de antaño señalan que incluso mucho antes de la conquista, los antiguos indígenas subían a la cima del cerro para realizar ofrendas y sacrificios a sus dioses. Sin embargo, fueron los españoles quienes le dieron otro culto y sentido de religiosidad, los misioneros realizaban un recorrido hasta la cima rezando el vía crucis y replicando las estaciones que atravesó Jesús camino a la cruz.

En la actualidad, esta tradición dejada por los españoles aun es llevada a cabo por los religiosos del Convento de los Descalzos, quienes respetan la fecha tradicional de inicio, que es el primer domingo de mayo. Según la data histórica, se tiene como registro al párroco Francisco Aramburú, quien organizó la primera la primera peregrinación a la cruz del cerro San Cristóbal allá por el año de 1928.

El cerro san Cristobal

cerro San Cristóbal

De igual modo, muchos fieles y peregrinos no pertenecientes a ninguna sociedad religiosa, realizan también la peregrinación hacia la cima del cerro San Cristóbal, como señal de sacrificio, penitencia y Vía Crucis, generalmente durante las fechas de semana santa, aunque también pueden ser realizadas en cualquier fecha del año.

Luego de un viaje por el tiempo y entendimiento del origen de la fe que rodea el cerro San Cristóbal. También es considerado una ruta turística para cientos de personas que acuden a su cima y son conquistados, esta vez no por los españoles, sino por la impresionante vista panorámica que brinda el lugar. Se dice que cuando el cielo está despejado se observa hasta las playas de Chorrillos y La Punta, y la isla San Lorenzo.

cerro San Cristóbal

La cruz iluminada imponente es fácilmente divisada de noche desde cualquier distrito del centro de Lima. No es muy complicado acceder al cerro San Cristóbal, desde la plaza de Armas de Lima, existen muchas empresas de turismo urbano o los populares “jaladores” que te llevarán a las unidades que realizan la ruta hacia la cumbre de San Cristóbal. Una vez allí, se te otorgará un tiempo para contemplar Lima y tomar las fotos respectivas que consideres a tu albedrío.

Sin embargo, debido a que la ruta a la cima suele ser muy angosta, asegúrate de elegir una unidad de transporte que cuente con todas las medidas de seguridad y lo más importante, un grupo de personas responsables por la vida y turismo nacional.

cerro San Cristóbal